Historias

Una carcajada a la realidad

Una carcajada a la realidad

Mirada Social

7 febrero, 2020

Desde ‘El Resplandor’ de Stanley Kubrick hasta Jurden Turgen y ‘El Club de la Lucha’. La historia del cine está repleta de relatos e interpretaciones que ahondan en la realidad humana. Aquella donde no todo es un camino de rosas y está compuesta por las diferentes dificultades que enfrenta el ser. Donde la Esclerosis lateral Amiotrófica (La Teoría del Todo), la Acondroplastia (Tres anuncios a las afuera) o el Síndrome Treacher Collins (Wonder), entre otras muchas, dejan de lado la ficción para contar historias del día a día. Porque el cine es ficción, pero también es realidad. Mejor dicho, es una carcajada a la realidad.

Durante el año 2019, como en casi todos los cierres anuales, la gran pantalla ha estado repleta de cintas con cierto renombre e historias de todo tipo. Algunas se quedan para siempre. Otras desaparecen nada más abandonar la sala. Depende del criterio personal. Pero también, en gran parte, depende del bombardeo publicitario, las sensaciones que nos producen su visión y el recordatorio final en forma de grandes premios. Principalmente, los Oscar y sus categorías a mejor película y mejor interpretación.

 

HISTORIAS EN LA GRAN PANTALLA

Aunque no siempre es así. No siempre se necesita una estatuilla brillante para relucir. Caso claro, los dos nombres del principio. La primera, ‘El resplandor’, una película de terror donde lo paranormal reside en la mente de Jack Torrance; en una esquizofrenia claustrofóbica y perturbadora. Mientras que, la segunda, representada por Brad Pitt y Edward Norton, muestra un caso de Trastorno de Identidad Disociativo (TID). Ambos sin premios de renombre – o sin galardones a secas -, pero con características comunes. De una forma u otra, con una carcajada a la realidad. Donde no podemos decir si el tratamiento de los padecimientos es correcto o incorrecto. Como también sucede en el ‘Joker’ de Joaquin Phoenix, donde nos encontramos ante una fina línea que relaciona una enfermedad mental con la evolución del personaje hacia la violencia.

Está claro que los temas generan controversia. Sobre todo, su forma de tratarlos. En el caso del ‘Joker’, junto a la digna interpretación heredera de Heath Ledger, ahí reside parte de la excelencia que ha convencido a sus fans. Y es que, durante los 122 minutos del largometraje, observamos rasgos relativamente identificativos sobre problemas de salud mental como: la depresión, la ansiedad o los estigmas extendidos de rechazo. Todo ello, unido a una risa desmedida y descontrolada en situaciones de tensión o ansiedad. La fórmula perfecta para crear a un villano a través de las experiencias sufridas de Arthur Fleck.

 

 

LA PSICOPATOLOGÍA DE ARTHUR Y SU TRATAMIENTO CINEMATOGRÁFICO

“La psicopatología de Arthur es nebulosa en el mejor de los casos: su aparente falta de pensamiento desordenado significa que el intento de ilustrar la psicosis está a medio formar. También muestra rasgos de narcisismo y depresión. Esta imprecisión diagnóstica puede crear un carácter más identificable que refleje el dolor de cualquier enfermedad psiquiátrica; pero da la impresión de que muchos trastornos se han amalgamado como recurso de trama” argumentan los doctores británicos Annabel Driscol y Mina Husain en The Guardian.

De esta manera, los doctores británicos señalan los esfuerzos de Phoenix e intentos del ‘Joker’ en introducirse dentro del relato de pobreza, desigualdad y aislamiento social. Una forma de “discernir entre la condición psiquiátrica y la neurológica, entre una enfermedad mental y un trastorno médico, corriendo el riesgo de combinar los dos con una imagen inquietante, estigmatizante y problemática”.

“Ya sea intencionalmente o no, Arthur se presenta como un supervillano histéricamente risueño, estereotípicamente «loco» a simple vista. Un payaso asesino riendo solo en un autobús. El descenso de Arthur a la violencia y la destrucción se desencadena por su deterioro mental. El resultado de esto es, decepcionantemente, eliminar la regencia de Arthur y desviar la atención de una conversación potencialmente más estimulante sobre la desigualdad de riqueza y su responsabilidad por el colapso social”, agregan Annabel Driscol y Mina Husain.

 

 

UNA RISA EN PROFUNDIDAD: LA ENFERMEDAD DEL ‘JOKER’

Haciendo hincapié en la risa, en ningún momento se especifica el tipo de enfermedad, ni a que puede estar asociado. Si es cierto que muestra síntomas, toma medicación y visita a una trabajadora social regularmente. Aunque el rasgo denotativo, como mencionábamos, tiene que ver con los ataques incontrolables y esa carcajada perturbadora. Véase en la escena del autobús cuando Arthur entrega a dos pasajeros una tarjeta explicativa del proceso que sufre debido a una condición médica.

Esta característica, descontrolada e involuntaria, puede tratar a cerca de una “crisis de epilepsia gelástica”, como explica a BBC Mundo el doctor Francisco Javier López, coordinador del Grupo de Estudio de Epilepsia de la Sociedad Española de Neurología. Se trata de una “característica que aparece de forma inapropiada y al paciente no le supone ninguna alegría”. Al revés, señala la crisis como un factor causante de estrés añadido, cuya causa más frecuente deriva de una pequeña tumoración en el hipotálamo llamada hamartoma hipotalámico.

Aunque también puede deberse a crecimientos tumorales en los lóbulos frontales y temporales o patologías “pseudobulbares”, más conocidas como incontinencia afectiva. Esta última, caracterizada por la expresión emocional exagerada o inapropiada en un contexto. Pueden tener arranques de risa o llanto incontrolables. Normalmente, “típicas en ancianos con enfermedades neurodegenerativas”, concluye el doctor Francisco Javier López.

Sea lo que sea, indudablemente, la película provocó multitud de opiniones y visiones a cerca de la relación que establece. Una carcajada a la realidad que, de manera apropiada o no, relata ficción con pizcas de realidad. Enfermedades mentales que vuelven a ser protagonistas en la gran pantalla y que se postulan, con 11 nominaciones, entre ellas a mejor película y mejor actor, a obtener un reconocimiento en forma de Oscar. Guste más o menos su tratamiento; su temática; la violencia desmedida; su discurso; o la evolución del personaje; la realidad es innegable. La historia del cine seguirá unida a la cotidianidad de los seres humanos y sus adversidades. En este caso, una “crisis de epilepsia gelástica” o las patologías “pseudobulbares” a la palestra. Porque el cine es ficción, pero también realidad. Mejor dicho, una carcajada a la realidad.

 

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