Historias

Mirar con los dedos, el sexto sentido de Ignasi Terrassa

Mirar con los dedos, el sexto sentido de Ignasi Terrassa

Susana Mangut

21 noviembre, 2019

La nueva edición del Festival Internacional de Jazz de Badajoz ha traído algo más que interpretaciones en el género de la improvisación por antonomasia. El jazz transformado en pura música, sin filtros, acariciando el alma del que oye, con la misma gratitud que sus dedos acarician las teclas: Ignasi Terrassa y su piano, nos han hecho vibrar, sentir y emocionarnos más allá del propio jazz.

Terrassa nació en Barcelona en 1962 y quedó ciego a los nueve años. Enseguida descubre a su mayor aliado, el piano y más tarde el jazz. A través de ellos, mira y descubre una vida que interpreta magistralmente y que contempla con los ojos de una melodía encandiladora.

 

Buscando transmitir ese otro “punto de vista al lector”, tenemos que preguntarle si es posible mirar con las manos.

Por supuesto. Es más, las personas ciegas utilizamos mucho ese verbo porque estamos hablando de sentir, de percibir, de estar en contacto y de interactuar con el entorno.

 

Mucha gente se pregunta y comenta qué es lo que tienen los pianistas que no pueden ver… ¿Qué sucede entre el pianista ciego y ese instrumento?

Puede ser que tenga que ver con la educación musical porque en ella, desde el principio, el piano es un instrumento muy autosuficiente. Cuando estudias con partituras, luego puedes tocar solo sin problemas. Sin embargo, en otros tipos de instrumentos orquestales, dependes mucho más del grupo y resulta más complicado aprenderte las partituras de memoria. Se trata de segundas voces, menos melódicas, como puede ocurrir por ejemplo, si tocas el cuarto violín de una orquesta.

Sobre todo  también pienso que, históricamente ha habido siempre muchas más partituras para piano escritas en braille y eso ha ocasionado que, al poder acceder a esas partituras, uno comience y se centre más en el piano.

 

El jazz es tu género. Donde te sientes más cómodo y además, ofrece una parte tremendamente importante de improvisación.

Así es. Pero se trata de una libertad no absoluta, sino que está dentro de unas reglas y unos códigos determinados que son los que nos permiten a todos, improvisar conjuntamente. Es un lenguaje y un género musical que ha hecho que muchos pianistas ciegos se asomen hasta él, como mi admirado Tete Montoleau, entre muchos otros que han destacado de manera notable en la escena internacional, precisamente por combinar una parte fija con otra improvisada que nos permite no depender tanto de la partitura.

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