Historias

Entre el blanco y el negro, el color melón y la diversidad

Entre el blanco y el negro, el color melón y la diversidad

Mirada Social

17 septiembre, 2020

Entre ruidos de cafetería, estruendos juveniles y movimientos típicos de lo que sería un día a día normal, resulta casi paradójico tomarse un café y mantener una conversación cara a cara dentro de un local. La realidad sabemos que es otra y solo necesitamos el tacto de nuestras manos para recordarlo a través de los geles hidroalcohólicos. Parece que sí es posible ver por las manos. Ahora, indirectamente, sentimos una mínima –nula– parte de lo que nuestra protagonista de hoy nos señala. Pero la verdad, no nos hacemos a la idea. Recordamos la sensación pegajosa y gelatinosa, más que necesaria, de desinfección manual, pero que pasaría si nuestra vista fuesen las manos y tuviéramos que elegir una prenda de vestir de color melón. ¿Cuál es el color melón?

Después de varias risas encontramos la respuesta. Fue duro, pero estaba en el interior. Concretamente, en el interior del melón y en el color cercano a las semillas de la fruta. Amarillo o verde, pensé por los tipos de cáscara. “¿Cuál es el color melón?”, rememoraba la pregunta que se hizo en su día Vicky Hernán al recibir un comentario relacionado con un vestido que llevaba puesto. Ambos, continuamos hablando bajo la excusa de la Feria del Libro de Badajoz y la presentación de su saga ‘Violeta’, pero con la mente puesta en la paleta de colores.

 

El tema de la discapacidad es algo que a todos nos puede tocar en algún momento y no se plantea

 

Saga 'Violeta'

 

No es para menos. La cuestión evoca muchos interrogantes más allá de la variedad de tonalidades que poseen los colores de los objetos. Aunque al final todos los caminos conducen a lo mismo, los estereotipos. Esta es la cuestión y la lanza a romper. La escritura, como la cultura en general, crea un mundo y tiene la capacidad de introducirlo en el pensamiento de la gente dando lugar a una normalización. Y Vicky lo hace notar, pues como ella dice «se escribe para eso»; para los demás; para «crear un mundo que incruste ideas en las cabezas de los lectores«.

Alejada de intereses económicos y del reconocimiento, su predilección está más cercana a la satisfacción del feedback. Prefiere que la gente comente el buen rato que ha pasado leyendo o incluso, como ya le ha sucedido alguna vez con una chica, que la lectura sirva para evadirse cuando cruzamos malas rachas. Eso sí, no deja a un lado el trasfondo social. En su caso, el mundo que relata tiene la característica principal de la diversidad. Un mundo donde la discapacidad, la igualdad entre sexos, la naturalidad en el sexo y los diferentes tipos de amistades o amoríos, existen como en la vida real. Este es el potencial de Vicky, sacar a las personas con discapacidad de su burbuja y ponerlos en el día a día, pues como la autora menciona: «el tema de la discapacidad es algo que a todos nos puede tocar en algún momento y no se plantea«.

Pero siguiendo en el tema de los estereotipos, si te digo piensa en un ciego ¿qué se te viene a la mente? Un hombre mayor de unos 60 años, esta es la respuesta seria. La animada: un hombre mayor de unos 60 años, buena persona, en una esquina con sus cupones. Y entre risas, idas y venidas de estudiantes por los pasillos de la RUCAB, la autora de la saga afirmó esta suposición y confesó que tiene que ver con algo muy recurrente. Una sensación que en ocasiones le ha llevado a pensar que no puede ser una chica descarada. La explicación, muy sencilla: «por ser ciega». Las personas tienen la imagen que proyectábamos al principio de este párrafo sobre las personas con discapacidad visual. Entonces, «en mi caso, la gente no entiende que me pueda teñir el pelo de mechas rosas. En la peluquería comienzan los susurros y las dudas sobre mi visión». Se desluce un debate sobre el «ve o no ve». Dicho de otro modo, o todo blanco o todo negro, porque no entienden que el look le hace gracia, le parece muy fresco y, lo más importante, le gusta. No logran comprender que Vicky crea imágenes visuales de todo. Mucho menos la diversidad, sí lo estereotipos.

«Una vez, una chica que me conoce y se leyó la novela me dijo: “Es que yo no noto que tu leyendo seas ciega” ¿Cómo se nota leyendo que una persona es ciega? Y en cierto modo puede ser una duda verdadera, porque una persona ciega de nacimiento no hablaría de colores, luces, atardeceres o descripciones. Aunque yo hay cosas que recuerdo de cuando veía y otras cosas que tengo preguntar si son factibles. Pero tengo una idea de ellas. Lógicamente, alguna vez he necesitado ayuda en las descripciones y con los colores, sobre todo desde aquel día que me dijeron este vestido es color melón y pensé que en la actualidad existen más colores que antes», afirma Vicky.

Y tras una amena escucha, volví a pensar en el color melón. Dos décadas y dos años desde que Vicky estuvo por última vez en Extremadura, una saga de por medio y una presentación con público después de haber hecho otra de forma online en Barcelona durante el confinamiento, para que una tonalidad acapare el principio y el final de este texto. Pero no el contenido, ni la primera conversación cara a cara post cuarentena. Pues si algo me ha quedado claro de los 20 minutos compartido con Vicky es que «escribimos para eso». Creamos un mundo donde a pesar de tener una mirada particular, las ideas se abren paso. Ahora, me reafirmo en la necesidad de vivir en mundo diverso, como en la saga ‘Violeta’. Ahora, sé que el color melón también puede ser naranja. No todo en la vida es blanco o negro, también existe el color melón.

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