Historias

Los otros deseos para año nuevo

Los otros deseos para año nuevo

Susana Mangut

30 diciembre, 2019

Arrancamos la última hoja del calendario, la arrugamos y la tiramos a la basura. Compramos las uvas para continuar la tradición y ni siquiera nos preguntamos si conocemos el origen, solo la seguimos, año tras año para confirmar que cerramos una puerta y abrimos otra. Borrón y cuenta nueva. Resumen, balance y copas que chocan tras otro tintineo mucho más contado y concreto; ese en el que, como cantaba Mecano, “los españolitos hacemos, por una vez, algo a la vez”… una uva tras otra, una campanada tras otra, hasta 12. El año nuevo comienza para casi todos y lo inauguramos con la misma frase: “FELIZ AÑO”.

Que no falte la salud, que es el bien más preciado. Que la recién licenciada de la familia encuentre trabajo o que nos toque la lotería. Todo son deseos y propósitos en forma de christmas, llamadas telefónicas, videoconferencias o miles de WhatsApps y brindis, muchos brindis con aquellos a los que realmente apreciamos y con otros con los que, simplemente, queremos quedar bien para contribuir al buen rollo propio de estas fechas. Pero también, parece que debemos retarnos a nosotros mismos a hacer cosas como dejar de fumar, apuntarnos a un gimnasio o comenzar una dieta.

¿Se habrá convertido esto en otra tradición?

Deseos típicos y aspiraciones tópicas que, como el turrón, el champán o los langostinos, se repiten cada 31 de diciembre y que, también, como sucede con las copiosas comidas de este tiempo, parece que empachan. Sin embargo, existen otros deseos de año nuevo, menos extendidos y mucho más intensos. Se trata de anhelos diferentes que, incluso en muchos casos, sólo se sueñan porque se sabe a ciencia cierta que jamás podrán hacerse realidad.

En la lista de peticiones al nuevo año, una fácil de entender y difícil de cumplir, al menos por ahora: encontrar la cura. Sí, así de claro lo expresa Marco Sánchez, enfermo de Esclerosis Lateral Amiotrófica o, como a él mismo le gusta llamarse en broma, “changao”. Junto con otras muchas personas en la misma situación y SUS FAMILIAS, no solo piden, sino que también luchan incansables por conseguirlo. Cada cual desde donde puede y como puede. Lo mismo que Francisco Santiago, Presidente de la Asociación ‘Princesas RETT’, que formularía exactamente el mismo deseo para este nuevo 2020. Y en ello están, ellos y muchos otros. No abandonarán el barco, ni ahora en este nuevo año, ni en la nueva década, ni nunca…

Sin embargo, en otras ocasiones, sí es posible. Pensemos por ejemplo que, según COCEMFE, que pone el dato sobre la mesa, en Extremadura existen alrededor de 69.000 personas, que  tienen problemas de  movilidad y de ellas, más de 4.000 no pueden salir de sus viviendas debido a la falta de ascensor. En estas fechas, en las que apetece hogar, familia y amigos, existe gente que daría lo que fuese por salir a la calle, por mucho frío que haga. Un ascensor, solo un ascensor, algo tangible que puede conseguirse con dinero y que cambiaría radicalmente la forma de vivir de muchas personas y sus familias.

Hablando de calidad de vida y de salud, el lógico deseo entre los deseos, pensemos también en todos los que solo le piden una cosa al 2020: aquellos que esperan un transplante. Una llamada de teléfono, un e-mail o una carta en su buzón que encienda la esperanza y marque un nuevo rumbo. Otra oportunidad para seguir. “Hay donante”, solo dos palabras para levantarse y pensar que todo irá bien. Según el Servicio Extremeño de Salud, tras el repunte de donaciones que se experimentó en 2018, se ha notado un descenso en el número de donantes en el área de salud de Cáceres de casi la mitad, durante 2019.  Probablemente hace falta empatía por toneladas para que datos como estos cambien y eso es, seguro, lo que piden al recién estrenado año, las personas que padecen día tras día las consecuencias de no haber recibido aún un órgano. De nuevo algo tangible para lo que solo hace falta solidaridad y que, como en el caso anterior, cambiaría la vida totalmente, a aquel que lo recibiera.

Más abajo, o en la cúspide de la pirámide imaginaria, según con qué gafas de la prioridad miremos, se encuentran otras súplicas para el nuevo año, incluso para la nueva década que  también estrenamos: un techo, un lugar donde habitar, alimento y en definitiva, alcanzar el  Derecho que, por derecho, corresponde a toda persona, la dignidad que desafortunadamente a tantos les falta, mientras otros, aquí en nuestra burbuja, nos autoflagelamos una y otra vez  porque un año más, no nos ha tocado el gordo.   

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