Historias

La canción del verano

La canción del verano

Mirada Social

3 septiembre, 2020

Todos los años la misma cantinela. “La música, la arena, la botella, ella” y alguna referencia sexual. Junto a un ritmo pegadizo y un bombardeo radiofónico y discotequero, comienza una particular liguilla para competir el primer puesto de aborrecimiento. Me alejo de sus letras y de un minucioso análisis. Esa batalla está perdida. Intento buscar una salida hacia otro ritmo o entretenimiento que despierte alguna sensación, pero el problema está en los ratos libres y tiempos muertos. Ahí arranca un concierto interno y privado. Un tarareo continuo y recurrente, que se repite hasta la saciedad y contradice gustos. Cualquiera diría que he pasado varios días memorizando la canción para estar a la moda, pero no es el caso. No les echaré la culpa a Instagram y a las redes sociales, mucho menos a los y las artistas. Al final me escudo en que es lo que gusta a la mayoría, pero a su vez me pregunto qué pasaría si esa mayoría fuese fan de Miguel Bosé y ahora se hubiesen convertidos en “amantes bandidos” de las atractivas conspiraciones. Entro en bucle y cuando me quiero dar cuenta septiembre desvanece la melodía.

El verano finaliza y esta vez parece ser que la música se ha ido a otra parte. Como si el Grinch afectado por el cambio climático y el calentamiento global se hubiese adaptado de estación y ahora se dedicara a robar veranos. Ha pasado ya más de un año desde que tuve la última sensación de tararear la que yo considero la canción del verano 2019: ‘Contando Lunares’ de Don Patricio y Cruz Cafuné. Volvería de nuevo a dejarme invadir por esas melodías Canarias que tanto llegué a detestar. Aunque pagase un peaje de insomnio en esas noches en velas donde la música no cesa y la cabeza está de fiesta esperando a que abra el after al que no quiero ir. El verano sirve para disfrutar lo máximo posible y pasar días amenos entre playa, piscina y ratos de terraza. Al menos esa es la idea que tenemos establecida. Una válvula de escape para un agotador año, donde durante varios días repetimos rutinas que consideramos amenas. Pero rutinas al fin y al cabo. Repetimos la hora de la cerveza o el vermú. Repetimos lugares de descanso. Repetimos día sí y día también un baño refrescante. Practicamos el vuelta y vuelta. Y hasta, como venía diciendo, repetimos la que llamamos la canción del verano. Repetimos hasta el colapso para recordar lo que nos gusta y lo que no queremos volver hacer en las próximas vacaciones.

Este año ha sido diferente. Tanto, que en nada volvemos a comernos las uvas. Hemos pasado de la cuarentena y de «parar este virus juntos» a confinamientos específicos y un «España puede» volver a pararlo. Todo ello, sin que haya terminado ni si quiera el verano. Alrededor de cuatro meses desde el inicio de la desescalada, donde el constante bombardeo de medidas de seguridad y protección no han sido suficientes. Nos hemos engañados, no hemos salido mejores del primer confinamiento y para colmo, pese a las reiteraciones, la canción del verano 2020 no ha surgido efecto.

La verdad, no sé qué ha podido salir mal si su competencia era ‘La Jeepeta Remix’. La vuelta al colegio ha estado presente, implícitamente y explícitamente, a todas horas y en todo momento en medios de comunicación, conversaciones de calle y en la mente de padres y madres. Si en marzo se cerraron los colegios porque circulaba un virus altamente contagioso y en crecimiento, ¿ahora qué? Le habremos perdido el miedo a lo desconocido, otra explicación no existe para que durante este tiempo la mayor actividad haya sido la inactividad acompañada del pasotismo. Ningún plan, ni ninguna medida, hasta una semana antes de la apertura de las aulas. La política, como buenos estudiantes, dejando todo para el final. Mientras tanto, España vuelve a liderar de nuevo el ranking europeo de la Covid-19; la izquierda y la derecha juega al y tú más para ver quién asume las responsabilidades que no quieren asumir; y los padres y madres acechados por dudas y temores ante la incertidumbre laboral y por la salud de sus hijos e hijas.

Julio César escribió una vez: «cuando lleguemos a ese río, construiremos ese puente». Sin embargo, ya tenía en mente realizar la construcción. Aquí, por el contrario, parece que la opción pasa por justificar el más que posible contagio del alumnado. Me recuerda a la conversación de los padres de Ned Flanders ante el psicólogo en un capítulo de los Simpson: «hemos intentado hacer nada y no sabemos que hacer». Y es que, tenemos un grave problema cuando en los centros educativos se está preparando un ‘plan b’ de enseñanza virtual a sabiendas de que la primera opción hace aguas. La opción presencial de reabrir los colegios debía ser una de nuestras prioridades como sociedad. Otro año sin colegio supondría una catástrofe en el futuro estudiantil. Además de las graves consecuencias a las que se enfrentarían las familias sin recursos debido a la falta de conciliación laboral y a la brecha digital existente que dispararía las desigualdades. De ahí también, la insistencia de las entidades sociales miembros del Tercer Sector en cersionarse por una vuelta al colegio inclusiva, equitativa y de calidad, alejada de un modelo a distancia o mixto que fomenta dicha brecha ante la falta accesibilidad tecnológica en el alumnado con necesidades especiales.

 

 

De momento, han empezado a tomarse medidas y crucemos los dedos para que salgan bien. Pero todo es una incógnita a días de la reapertura. La ciencia aún no ha encontrado una respuesta para el inicio escolar y a favor de prolongar la enseñanza virtual se podría decir que las aulas no cuentan con el espacio suficiente entre mesa y mesa para albergar al alumnado respetando las medidas de distanciamiento. Tampoco con el número de docentes, de material y de clases, como han denunciado 37 colegios a la Consejería de Educación extremeña. Mucho menos con una transmisión comunitaria óptima, habiendo regiones en España que superan por 40 las recomendaciones de la OMS. Un gran riesgo teniendo en cuenta un estudio publicado en la revista Journal of Pediatrics que presentaba a los niños contagiados como un foco mayor de carga viral respecto a los mayores ingresados en UCI. Al final, todo parece indicar que se aproxima un curso semipresencial – por no llamarlo semiperdido- en un país que no puede permitirse este lujo, cuyo índice PISA no es para presumir.

‘La vuelta al Cole’ ya auguraba un mal inicio a principios de agosto con la polémica campaña del Corte Inglés. Ni este hecho viral fue capaz de suscitar un tarareo interno, en su momento, en quiénes debían dar forma a un Plan de Garantías. Mientras, el ocio nocturno y el sector turístico emergían como prioridades. Normal, en algún sitio tenía que brotar la canción del verano 2020. Aquella que pese a los esfuerzos por olvidarla, parece ser que sonará durante un largo tiempo. Entonces, echaré a un más de menos sentir el anhelo de septiembre y su fuerza para desvanecer la canción del verano.

 

Campaña de El Corte Inglés: 'Vuelta al Cole'
Polémica Campaña de El Corte Inglés: ‘Vuelta al Cole’

 

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