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Año de nieves, ¿año de bienes?

Año de nieves, ¿año de bienes?

Susana Mangut

13 enero, 2021

El 2021 llega como la luz al final del túnel o haciendo honor a otro refrán que dice que “tras la tempestad, llega la calma”. Nos sorprende a todos como si estuviésemos jugando un videojuego y hubiésemos pasado de pantalla. A ver si esta que llega es mejor y no nos lo ponen tan difícil. Pero como “mal de muchos, consuelo de tontos”, seguimos con los refranes, pues ahora tocará pensar, mientras vamos recibiendo al nuevo año, eso de “año de nieves, año de bienes”.

Lo que sí es cierto, es que las campanadas de la última noche del año no se han llevado ni el Coronavirus, ni sus consecuencias, ni tampoco el frío que ya empezaba a asomar guiñándonos un ojo en aquellos días, para después convertir a gran parte de España en la tierra del Reino de Frozen. La sociedad es consciente de que, igual que la nevada copiosa dejó paso al hielo y a un gran manto blanco que todavía hay que ir quitando con ayuda de máquinas y palas, también la pandemia continuará dejando su rastro durante este futuro incierto de vacuna pero de mascarilla. De precavidos y obedientes, pero también de irresponsables y negacionistas. Quedan meses de lucha y resistencia, coloreados por la esperanza que aporta la ciencia y sus soluciones en forma de pequeños pinchazos y que son ya una realidad tangible.

El deshielo que más nos va a durar tiene forma de cruda crisis económica, sanitaria y también social, niveles de pobreza y de exclusión alarmantes , cambios legislativos de una inconmensurable trascendencia como la enésima reforma educativa o la futura Ley de Libertad Sexual. Sin embargo, el gran iceberg se muestra en el fracaso del compromiso de nuestro país con la Unión Europea y en toda esa gente a la que la COVID no le ha permitido salir de la recesión y ha derrumbado literalmente la frágil estabilidad de muchas familias que estaban tratando de solucionar cómo llegar a fin de mes.

Así, en la España del deshielo de la pobreza, organizaciones como la Red Europea de Lucha Contra la Exclusión Social demandan que se solucionen las trabas que dificultan que las ayudas lleguen a todos aquellos necesitados. Estas entidades abogan por un empleo de calidad, una ley de Vivienda Inclusiva y prestaciones por hijo a cargo. Concretamente, esta última medida supondría un gran beneficio para las familias monoparentales, que están encabezadas por mujeres en casi el cien por cien de los casos. Los jóvenes también se han visto arrastrados por el crudo hielo y la nieve de la pandemia con una tasa de paro que supera el cuarenta por ciento. Reclaman medidas y políticas que les tengan en cuenta en un país con alquileres por las nubes y sin posibilidad de emanciparse y esto en una sociedad que les ha colgado, a todos por igual la etiqueta de “irresponsables” . Frente a las fiestas con mucho alcohol y pocas mascarillas, también existen organizaciones juveniles que desarrollan un importantísimo papel social y lo demuestran día tras día y más durante la situación de pandemia que aún viviremos por bastante tiempo.

A los jóvenes y niños, precisamente, afecta una de las leyes con las que despega este nuevo año; la reforma educativa empezará a aplicarse a finales de este mes o principios del que viene y eso con un panorama que ha dejaddo clara una brecha digital en el sistema educativo que ya existía, ciertamente, pero que se ha abierto aún más y de qué manera. Seremos el sexto país en despenalizar la eutanasia y se dará luz verde a la conocida ley “Solo Sí es Si”. En la cruz de la moneda, los desamparados de la sanidad porque, desafortunadamente, el resto de enfermedades y patologías graves como el cáncer, no han descansado por la visita del COVID. Terapias que se han demorado o pacientes que no han acudido a consultas por miedo al contagio, al tratarse de personas ya de por si con riesgo …

Pues bien, con esta paisajística, podemos abrir el libro de refranes, otra vez. Pero en este caso por la página que dice que “el optimismo es la clave del éxito” o “la esperanza es lo último que se pierde”. Cierto es que ya van flaqueando las fuerzas para hacer frente a este temporal de nieves, fríos y hielos que nos asola desde hace demasiado tiempo. Pero no es menos cierto que el ser humano posee una capacidad de fortaleza más grande de lo que cree y habrá que descubrirlo o creerlo o ambas cosas, porque si no, ¿qué nos queda?.

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